una reflexión sobre los que se van y se quedan

La anécdotas de una vida son múltiples, tanto que son difíciles de recordar al cabo de un tiempo, es imposible recordarlas todas, incluso las dignas de ser perpetuas en el tiempo. los lazos de amistad ayudan a hacerlas perdurables en el tiempo, y siempre se vuelven presenten cuando esas personas con las que se compartían esos recuerdos, vuelven de un día para otro para quedarse o estar de paso. Hay personas que los lazos de afectividad son incondicionales, que no hace falta volver a verlos en la vida para recordarlos como si fueran personas con cuales se comparten cosas del día a día. El tiempo va destruyendo el compartir cosas con esas personas, ya que, o desaparecen de nuestras vidas por motivos de estudios, por relaciones personales coartadas, por traslado a otra ciudad por motivos de trabajos e incluso por dejadez absurda. Es una pena pensar, que hay personas que no hubiera deseado verlas desaparecer como las he visto pasar, pero la madurez de la vida es complicada y no siempre estamos de acuerdo que ocurra estos hechos, pero no son controlables y terminan perdiéndose. Es cuestión de acostumbrarse a dejar de verlos,,que no es difícil pero no por eso deja de doler en el fondo del corazón. Cada cierto tiempo, los recuerdo, a todos ellos, a aquellos que me enseñaron algo, que me mostraron algo importante de la vida, que cambiaron algo dentro de mi, o que simplemente, me hicieron tanto daño que me enseñaron a rectificar tiempo. Los recuerdos son complicados de compilar, complicados de controlar y complicados de olvidar, al igual que recordar al 100%, pero siempre queda la esencia. Las relaciones entre personas son limitadas en el tiempo, pocos duran toda la vida y los que se van, no se olvidan del todo. ¿Quienes volveran a aparecer para revolver en el pasado mas atroz, mas feliz o mas incalificable? no lo se, pero una buena anécdota es volver a verlos, y volver a saber de ellos...